50 años del Récord Mundial de la Hora

50 años del récord mundial de la hora - La historia contada por su protagonista

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(Con información de El Colombiao.com).- Han pasado 50 años desde que Martín Emilio Cochise Rodríguez logró el récord de la hora en México en 1970.

Al terminar ese reto, y al saber que con 47 kilómetros, 566 metros y 24 centímetros batí el récord anterior, todo fue alegría.

Devuelvo el casete y recuerdo todo como si fuera ayer. Es que es imposible olvidar esa clase de acontecimientos. Dios me dio una memoria privilegiada para recordar y compartir con los seres queridos y la gente cosas grandes que se hicieron por el país.

Fue tan duro el desafío de romper ese registro que antes de encararlo pesaba 75 kilos y al terminarlo quedé en 68.

No fue nada fácil. Consistía en poner un ritmo parejo, tener una cadencia moderada para aguantar 60 minutos montado en la cicla y dándole vueltas al velódromo. Y una buena concentración, claro.

La bicicleta era de marca Poliagy, italiana. Siempre la utilicé en los eventos de pista en que participé. En ella gané en centroamericanos, bolivarianos, panamericanos e, incluso, en el Mundial de 1971 en Varese, convirtiéndome en el primer campeón de Colombia al vencer en los 4.000 metros persecución individual.

La prueba la encaré con la bici de siempre, que adquirí gracias a la ayuda de Mario Papaya Vanegas -exciclista- en los Juegos Olímpicos de Tokio en 1964. Recuerdo que se la compramos a un velocista italiano llamado Giovanni Pettenella -campeón olímpico en esas justas de Japón-.

Tuvo un costo aproximado de 200 mil pesos colombianos, que para esa época era un platal. Pese a que no llevaba frenos, pacha, cambios… era un poco pesaba, de unos 8 kilos. Quizá con la que se extravió se hubiera tenido un mejor rendimiento, pero al final logramos hacer historia.

Por tal motivo no salgo de esta bici, está colgada en el garaje de mi casa, acondicionado como si fuera un museo. Si en México me ovacionaron y salí en los periódicos, en Bogotá y Medellín no se quedaron atrás. En ambas ciudades el recibimiento fue en carro de bomberos.

Era tanta la felicidad de sentir el cariño del público que, por arte de magia, desapareció el cansancio en las piernas tras el trajín de días anteriores.

Nunca antes había intentado batir ese récord, si mucho rodaba 30 minutos a un paso fuerte y constante. Tampoco me atreví a superarlo de nuevo, es que como decía el propio ciclista belga Eddy Merckx, que también batió récord de la hora en 1972, a esto no se le mide cualquiera, queda uno como chupado, flaquísimo. En sí la preparación es muy específica, dura, en la que se debe uno privar de estar en otras competencias para enfocarse solo a ello.

En mi casa, al lado de mi esposa María Cristina Correa, con quien me casé en ese año 70, mis hijos (Marcela, Juan Esteban y Daniel) y nietos (Valeria y Matías) son felices con mis recuerdos, entre ellos esa bicicleta de pista con la que logré tantas cosas, como el récord de la hora. A ella le debo todo lo que hoy es Cochise

 

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