Crónica de una eliminación anunciada
POR DUVÁN MARÍN MARTÍNEZ
ACORD Caldas
Hace 32 años la selección Colombia clasificó al mundial de Italia gracias al repechaje contra Israel y en 1993 mandó a la de Argentina a disputar la repesca para la Copa del Mundo de 1994 en Estados Unidos.
Hoy no hubo clasificación directa, ni serie extra, ni goleadas a favor; solo descalificaciones al cuerpo técnico y a los jugadores por el fracaso deportivo y nuevamente las críticas a los directivos federados, porque también cuentan en el momento de los balances.
Bajo la dirección de Reynaldo Rueda y Bernardo Redín el combinado cafetero esperó hasta las últimas fechas de la clasificatoria a Catar, para conocer acerca de su futuro futbolístico, Las del cierre del programa Fifa-Conmebol fueron ante los peores rivales de Sudamérica, Bolivia y Venezuela, es decir, tenían todo servido para asegurar tiquete desde el año pasado.
A Rueda lo contrataron, por segunda ocasión a la de mayores, en noviembre de 2020, días después de la declaración de Ramón Jesurum, en Caracol Radio, cuando se atrevió a asegurar: «no le vamos a quitar a una federación colega como la de Chile a su seleccionador». Ahí y con la despedida de Carlos Queiroz comenzó la debacle.
A partir de Rueda los desaciertos continuaron; convocatoria de lesionados unos y con antecedente de indisciplina otros, amén de llamado de los que estaban en la desvencijada liga local que los reunieron para amistosos innecesarios y solo por unos dólares con empresarios intermediarios.
Los responsables de la salida de Queiroz mantuvieron la nominación y la confianza de los recién contratados. Los cómplices del desmoronamiento y de las aspiraciones, son los primeros grandes responsables, evidenciados durante las extrañas goleadas con Uruguay 0-3 en Barranquilla y 1-6 con Ecuador en Quito. Fue el comienzo de la eliminación. Después vino la victoria peruana por la mínima diferencia en casa y el final de las posibilidades, sin depender de otros resultados.
La reacción para pensar en la cita mundialista fue tardía. Las equivocaciones continuaron y solo creyeron que con los jugadores del exterior podrían cambiar el rumbo. Muchos sin ritmo de competencia, suplentes en sus equipos de origen y prolongados viajes, con tal de lucir la tricolor y unos pesos.
Que no vengan con que los periodistas deportivos tienen su factura pendiente, porque no jugamos, solo comentamos, aunque con algunas excepciones hay quienes defienden lo indefendible y atacan desde cualquier ángulo.
No valieron las actuaciones del goleador de una copa mundial, el máximo artillero del combinado nacional, de los reconocidos anotadores del calcio o de la fama ganada por otros en Argentina o Brasil. Con la fama no se gana. De camiseta no se garantizan las victorias. Es de compromiso personal y colectivo. Fallaron todos y no tienen derecho a repetir.
Ahora, en época de candidaturas, vale la pena pensar para el siguiente proyecto hacia 2026, en el entrenador con más logros en un mundial, con Costa Rica, Jorge Luis Pinto quien va de frente, trabajador de tiempo completo y de recia disciplina, como debe ser, lo que a muchos no les gusta. O en Oscar Pareja y Wilmer Cabrera, de buenos antecedentes y gratas experiencias en la MLS. Por opinar y proponer no cobran. No más foráneos. Los ingleses, alemanes, brasileños y argentinos avanzan y se la juegan con los de su raza y naturaleza, así esto sea universal.
¿Y los dirigentes?, muy al estilo de los expresidentes Pastrana, Samper, Gaviria y Uribe, atornillados al tinglado político. Ya es hora del retiro y del camino abierto para otros personajes con ambiciones deportivas.
Colombia vivirá nuevamente de los recuerdos en las participaciones de los mundiales de Chile, Italia, Estados Unidos, Francia, Brasil y Rusia. Catar fue otra ilusión, esto estaba anunciado.