Las dudas en el panorama olímpico

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Muy poco es el cambio en la situación mundial al despegar el nuevo año con respecto a lo sucedido en 2020 con la pandemia por el COVID 19 y de manera especial en lo relacionado con los Juegos Olímpicos de Tokio 2021.

La más reciente información sobre Juegos se refiere al cambio en la presidencia que ahora está en cabeza de Seiko Hashimoto, luego de que Yoshiro Mori dimitiera por las críticas que tuvo por sus comentarios despectivos y machistas hacia las mujeres.

Aunque los deportistas pueden entrenarse bajo ciertas condiciones, son pocas las disciplinas olímpicas en las que se ha retomado la competición internacional con normalidad: el calendario sigue pendiente de aplazamientos y cancelaciones que tienen en vilo, sobre todo, a los más de 4.700 atletas -del total de 11.092- que aún deben ganarse su plaza olímpica.

Debido al aplazamiento y a las medidas anti-covid, la cuenta de la organización de los Juegos de Tokio ascenderá, según los últimos cálculos, a 15.400 millones de dólares, un 20 % más de lo previsto.

Los 2.800 millones adicionales se los llevarán la renegociación de contratos para el uso de sedes deportivas en las nuevas fechas y los costes laborales, además de las medidas contra la pandemia.

Por parte del movimiento olímpico, el COI tiene el respaldo de un grupo de 15 patrocinadores TOP en el que figuran empresas japonesas como Bridgestone, Panasonic o Toyota. Su colchón económico, junto con el de las televisiones compradoras de los derechos, encabezadas por la estadounidense NBC, es lo suficientemente grueso como para aguantar cualquier traspiés.

El 73 % de los ingresos del COI procede de la venta de esos derechos. La NBC aportó para el periodo 2014-2020 la cifra de 4.380 millones de dólares y no puede permitirse decir adiós a los Juegos.

La familia olímpica se alista para aceptar unas condiciones muy distintas a las ideales. Los deportistas mantendrán estancias breves en Tokio: llegar con el tiempo justo de aclimatarse, competir y volverse a casa. Los estadios quizá estén vacíos. O solo con algo de público local.

Las delegaciones oficiales tendrán que simplificar su participación, prescindir de actos promocionales ajenos a la competición y limitar sus movimientos a los trayectos entre el alojamiento y los estadios.

La Villa Olímpica no será esa ciudad efervescente en la que convivirán de forma despreocupada 20.000 personas. Pero cualquier cambio se aceptará si es por mantener vivos los Juegos y proclamar a los campeones de la XXXII Olimpiada.

EL CALENDARIO NO SE REACTIVA

Las federaciones internacionales han reprogramado sus torneos preolímpicos, pero de momento la actividad competitiva internacional es escasa. Cuando se ha mantenido, caso de los europeos de gimnasia de finales de 2020, la participación fue tan pobre que deparó resultados poco representativos. La federación de ese mismo deporte, por citar un ejemplo, acaba de cancelar o posponer seis copas del mundo, una de ellas en Tokio.

Los Juegos Asiáticos bajo techo, que iban a disputarse en Tailandia en mayo, se han pospuesto hasta 2022. Y a los participantes en el preolímpico americano de boxeo, previsto para mayo en Buenos Aires, les han dicho que esperen para sacar sus pasajes porque no hay seguridad de que vaya a llevarse a cabo.

Aunque muchos deportes olímpicos tienen abierto hasta junio su periodo de clasificación olímpico, el mes de marzo puede resultar, como en 2020, crucial para conocer el desenlace de esta historia. También en marzo comenzaría el relevo de la antorcha olímpica por Japón. En torno a esas fechas habrá que decidir si se aborta el vuelo o si los Juegos emprenden la maniobra de despegue sin posibilidad ya de cancelación

Lo sucedido en el Abierto de Australia de tenis es una muestra de que no es tan fácil crear una burbuja en torno a una competición. ( Con información de EFE )

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